Este artículo se basa en un análisis del documental Africa (2013),de la BBC-Natural History Unit, y pone el foco en determinar qué formas de sufrimiento son invisibilizadas y qué tipo de narrativas refuerzan determinadas visiones de la naturaleza. Estas concepciones de lo natural pueden influir en la forma en que entendemos cuál debe ser nuestra posición respecto a si debemos o no debemos intervenir en la naturaleza para prevenir, evitar o paliar el sufrimiento de los animales silvestres.
El sufrimiento de los animales que viven en la naturaleza
La cuestión sobre el sufrimiento de los animales que viven en la naturaleza y si debemos o no intervenir en la misma para ayudarlos constituye uno de los debates más relevantes en el ámbito de la ética animal. Recientes contribuciones dentro de la ética animal han puesto énfasis en la importancia de extender la plena consideración moral de los animales no humanos a aquellos que viven en la naturaleza, hacia quienes además tenemos el deber de ayudar, no solo cuando sufren a consecuencia de contingencias naturales o por situaciones derivadas de modificaciones antrópicas en sus hábitats, sino también cuando su sufrimiento se derivada de las propias dinámicas naturales, como la depredación, el parasitismo, el hambre o las estrategias reproductivas.
Respecto a esto último es especialmente relevante el trabajo de Catia Faria y de forma particular su tesis doctoral, Animal Ethics Goes Wild: The Problem of Wild Animal Suffering and Intervention in Nature (2016). De acuerdo con Faria, filósofa y activista de Ética Animal, tenemos razones de peso para extender la consideración moral a los animales que viven en la naturaleza, estando justificada la intervención humana con el objetivo de prevenir o reducir su sufrimiento, puesto que los procesos naturales inciden de forma negativa en el bienestar básico de los animales silvestres. Además, para Faria entender la naturaleza como una fuente de bienestar donde todos los animales pueden desarrollar sus habilidades e intereses es simplemente una errónea intuición moral sobre la vida en la naturaleza.
Catia Faria, contrariamente a lo que las visiones prístinas e idealizadas de la naturaleza promueven, sostiene que la naturaleza es una fuente de sufrimiento y muerte continua debido a las estrategias reproductivas, especialmente la selección r, así como a un amplio abanico de amenazas y peligros que frustran los intereses de los animales que viven en ella, como el daño físico sufrido por agresiones, la deshidratación e inanición o las condiciones climatológicas, además de todos aquellos factores que pueden generar un gran estrés psicológico, como por ejemplo el estrés derivado de vivir en poblaciones de gran densidad de predadores o parásitos y el estrés por conflictos dentro de los mismos grupos sociales.
Las naturalezas de África
Los resultados de la investigación muestran cómo en el diseño de las diversas historias que constituyen cada uno de los capítulos de la serie se han seleccionado diversos recursos visuales y narrativos que tiene como resultado la construcción de diversas concepciones de lo natural que, de forma explícita, generan diversos valores sobre la vida en la naturaleza, y sobre la relación entre esta última y el ser humano, que pueden promover actitudes pasivas respecto a nuestro deber de intervenir en la naturaleza.
Una de las visiones de la naturaleza que aparecen de forma constante, no solo en este documental sino también en otros documentales producidos por la Natural History Unit de la BBC, es la de la naturaleza como un espectáculo. Esta considera la naturaleza como un espacio de gran contenido estético y en el que tienen lugar fenómenos singulares que escapan tanto a nuestro entendimiento como a nuestras capacidades físicas. Ante esta concepción escénica de la naturaleza no nos queda más que permanecer impasibles como meros espectadores. La idea de la naturaleza como un espectáculo suele presentarse de forma simultánea con otras concepciones de lo natural, especialmente la representación de la naturaleza como lugar sagrado dada su gran majestuosidad y belleza, las cuales le otorgan un valor único y que debemos respetar.
En otras ocasiones, esta sacralidad de la naturaleza se presenta de forma paralela a la concepción de la naturaleza como adaptación, que reconoce las amenazas y hostilidades existentes en ella y cómo éstas suponen un riesgo para la vida de los animales silvestres, a no ser que estos sean capaces de hacer uso de las diversas estrategias evolutivas que pueden ayudarles a superar dichas situaciones. En esta tercera visión de la naturaleza se admite la existencia de dificultades, riesgos y amenazas para los animales -«la vida es dura aquí en el Kalahari»- que son fuente de diversas formas de sufrimiento como el hambre y la sed, los traumas físicos por caídas, luchas y aplastamientos o las dificultades derivadas de vivir en ambientes con condiciones climáticas extremas.
A pesar de que reconoce esta vertiente hostil de la naturaleza, defiende, al mismo tiempo, que los animales, a través de diversos procesos adaptativos, son capaces de contrarrestar las consecuencias de dichas fuentes de daño y malestar. Esta concepción de la naturaleza es en sí misma una estrategia de invisibilización del sufrimiento individual, ya que presenta las soluciones adaptativas como formas de aliviar o evitar el sufrimiento cuando en realidad se trata de falsas intuiciones sobre la evolución, como señala Catia Faria, puesto que dichas soluciones adaptativas precisan, para que un cierto rasgo prevalezca en una población dada, que un gran número de individuos, generación tras generación, mueran sufriendo de diversas formas e intensidad debido a la falta de ese rasgo que les conferiría una ventaja adaptativa respecto al resto.
Esa es precisamente la idea que prevalece en la historia sobre las adversidades que una familia de avestruces tiene que hacer frente cuando se ve obligada a cruzar la llanura de Etosha en busca de agua. Las imágenes y la narrativa son consistentes con las dificultades que tiene que padecer esta familia -«Estos primeros días son arriesgados»; «Aquí, el agua es más un milagro que una realidad»; «Terreno baldío»– y llegan a representar de alguna forma el sufrimiento, si bien dicha representación no es explícita y además se consigue aliviar una posible carga dramática a partir de un giro narrativo -introduciendo el papel de los cuidados de la familia- y mostrando cómo el azar -las áridas llanuras dan lugar a un manantial de agua surgido de la nada haciéndose presente la naturaleza en toda su abundancia- logra evitar la muerte de las pequeñas avestruces.
La siguiente escena de esta trama es una de las escenas con más carga estética de la serie, en la que se puede apreciar cómo operan de forma simultánea las diversas visiones de la naturaleza, invisibilizando, no solo discursivamente, sino también semióticamente, el sufrimiento, cuando se interpreta el hallazgo de agua –cientos de animales beben agua de un arroyo surgido de la nada y se relajan de un largo viaje – como si de un milagro se tratara, construyendo una naturaleza bucólico-hedonista en la que los animales tienen garantizado su sustento.
En Congo, y en menor media en Cabo, se consolida la idea, ya presente en el resto de capítulos, de la naturaleza como ciclo eterno, como un macro-proceso en el que todo se sucede de forma cíclica: la vida (nacimiento, desarrollo, competencia, cortejo, reproducción, cuidado de la descendencia), el ciclo del agua, las migraciones, la climatología, etc. Esta visión de la naturaleza aparece asociada de forma recurrente con la concepción de la naturaleza como un lugar de disfrute, en el que todos los animales están a salvo y tienen tiempo para jugar, relajarse y permanecer por un tiempo al margen de un entorno donde a pesar de la abundancia hay una feroz competencia por el espacio y el acceso a la luz del sol, dada la gran biodiversidad y densidad de la selva del Congo. En Cabo, por ejemplo, se narra cómo una manada de gacelas se mantiene inmóvil y expectante sin que haya ninguna referencia o descripción sobre cómo las inclemencias meteorológicas tienen consecuencias sobre el bienestar de los animales silvestres; en cambio, en su lugar muestran una naturaleza en la que abunda el alimento y en la que las gacelas pueden dedicarse a bailar alegremente.
Estas concepciones sobre la naturaleza no usan de forma explícita argumentos que puedan considerarse capaces de generar un discurso sobre cuál debe ser nuestra responsabilidad moral con los animales que allí viven; más bien connotan que nuestra posición como seres humanos debe ser un laissez-faire, es decir, dejar que la naturaleza siga su curso y no intervenir en los procesos naturales. El hecho de entender la naturaleza como un espectáculo –Africa, the greatest show on earth- nos sitúa como meros espectadores pasivos.
Caer en la trampa de intentar explicar la naturaleza como el resultado de un proceso adaptativo, aún reconociendo la hostilidad y amenazas existentes, implica naturalizar el sufrimiento probando que existen las soluciones adaptativas suficientes con las que los animales son capaces de hacer frente a las diversas adversidades, por lo que el alcance de nuestras acciones como individuos estaría tratando de superar el devenir del proceso evolutivo.
Por otro lado, la concepción bucólico-hedonista de lo natural plantea la cuestión de qué necesidad tenemos de intervenir en situaciones que no precisan de ninguna acción para distribuir ningún bien, mejorar la calidad de vida o fomentar la felicidad de los animales cuando la naturaleza ya es capaz de hacerlo por si misma.
Finalmente, considerar la naturaleza como un lugar sagrado o como un macro-proceso en el que diversas fuerzas inconmensurables actúan de forma cíclica nos sitúa ante una naturaleza que por un lado se escapa a nuestra comprensión, mientras que por otro supera las escalas de nuestras posibilidades de acción y de intervención, puesto que no podemos modificar el curso de la vida.
La representación del sufrimiento
Además de definir las diversas concepciones sobre la naturaleza, la investigación también analizó hasta qué punto el género documental de vida silvestre representa fielmente las diversas fuentes de sufrimiento y qué formas de sufrimiento son invisibilizadas. En sentido estricto no podemos afirmar que haya una omisión absoluta del sufrimiento individual, puesto que gran parte de las historias se desarrollan en torno a cuestiones relacionadas con la vertiente hostil de la naturaleza. Ahora bien, la representación ni es totalmente fiel a las visiones no idealizadas de la naturaleza, como acabamos de ver, ni es una representación explícita de las diversas fuentes y formas de sufrimiento.
En general, encontramos historias que se centran en la falta de alimento, la deshidratación, las condiciones climatológicas extremas, así como en algunas formas de daño físico. En cambio, otras fuentes y formas de sufrimiento, como el derivado de la estrategia reproductiva r, la cópula forzada, los accidentes de vuelo o las muertes por aplastamiento, congelación o golpes de calor, han sido total o parcialmente invisibilizadas junto a la mayoría de formas de estrés psicológico o parasitismo. En aquellos casos en que las formas de sufrimiento sí son representadas existen ciertas omisiones y se usan algunas estrategias que, o bien alivian la representación del sufrimiento, o bien le dan un giro narrativo que hace que el espectador no las perciba como una forma de sufrimiento.
En la investigación se identificaron dichas estrategias como estrategias de omisión completa, consistentes en la ausencia completa de referencias al sufrimiento, ya sean visuales o narrativas, en aquellas escenas en las que necesariamente deberían aparecer, y estrategias de omisión parcial, caracterizadas por la ausencia parcial de descripciones visuales o narrativas que suministren información en relación a las formas de sufrimiento que son representadas.
Una de las trágicas historias que narra el segundo capítulo de la serie, Savannah, es la que representa el cuidado de dos polluelos de cigüeña shoebil y en la que se nos muestra una de las escenas en las que podemos apreciar una de las estrategias evolutivas más crueles y comunes: la selección parental. En las escenas se aprecia como uno de los polluelos está visiblemente afectado por la desnutrición y la deshidratación, hasta el punto de que da la sensación de que en cualquier momento va a sucumbir. Ambos polluelos son totalmente dependientes de su madre pero, tal y como asegura la voz en off de sir David Attenborough: «Raramente las cigüeñas shoebil crían más de un polluelo».
En ese mismo capítulo se narra otra de las trágicas historias, que posee todos los elementos dramáticos necesarios para empatizar con el sufrimiento de los animales silvestres: la de la familia de elefantes cruzando las llanuras del Amboseli en la que una cría de elefante, totalmente deshidratada y al borde del colapso, se esfuerza por seguir a su madre pero acaba muriendo en medio de las llanuras. Mientras el resto de su familia se aleja, su madre se resiste a abandonar el cuerpo muerto del pequeño elefante.
En la serie se narra este episodio como algo puntual debido a las consecuencias del calentamiento global que tiene a África sometida a una intensa sequía. Esa justificación hace que el foco de atención se aparte de la posibilidad de que no siempre la vida en la sabana se caracterice por la abundancia de alimento. Además, unos minutos más tarde, en el mismo capítulo, muestran cómo los animales en algún momento, una vez superada esa situación temporal, tendrán garantizado su sustento en la naturaleza. Se omite completamente la posibilidad de que la mayor parte de las vidas de los elefantes se caracterice por la escasez, la muerte y largas peregrinaciones atravesando las llanuras del Amboseli, a merced de extremas condiciones meteorológicas y climatológicas.
En Cabo se narran todas las vicisitudes a las que tienen que hacer frente cientos de crías de tortugas verdes en su intento de llegar al mar. En las imágenes se ve claramente cómo decenas de aves, además de cangrejos, devoran a las crías, impidiendo que estas puedan proseguir su viaje. Pero es que ni tan siquiera el mar será un lugar seguro. Esta historia es el único momento en toda la serie donde indirectamente se representan las consecuencias que la estrategia reproductiva r tiene para el bienestar de los animales. Ahora bien, los giros narrativos y descriptivos, tal y como hemos visto, favorecen la invisibilización, ya sea total o parcial, del sufrimiento. Es lo que podemos apreciar en los minutos finales, cuando se alivia toda la carga dramática de los minutos anteriores augurando una vida normal para aquellas tortugas que hayan sobrevivido a sus primeros minutos de vida.
Hacia un nuevo género documental sobre la vida en la naturaleza
La forma en que se representa el sufrimiento de los animales que viven en la naturaleza en los documentales sobre la vida silvestre debería ser revisada de manera que una adecuada selección de los contenidos fomente la función social de este formato televisivo al igual que hacen otros formatos del género documental. Si es totalmente deseable y necesaria la existencia de un trabajo documental que denuncie la situación de opresión que padecen las trabajadoras en los talleres de maquila en el sureste asiático, o documentales que muestren cómo algunos grupos de humanos, por su pertenencia a una u otra clase social, tienen desigual acceso a la asistencia médica o al agua, ¿por qué no iba a ser posible y deseable un auténtico género de cine documental de naturaleza que rete la idea de que los animales silvestres no merecen ser auxiliados de la propia naturaleza?
Un acercamiento propiamente documental a la vida de los animales silvestres, con un enfoque basado en la fiel representación de las diversas fuentes y formas de sufrimiento, junto a narrativas capaces de de-construir cada una de las erróneas concepciones de la naturaleza descritas, sería suficiente para fomentar la sensibilidad respecto al sufrimiento individual y combatir las falsas intuiciones morales que prevalecen en nuestra cultura, como la que afirma que debemos dejar que la naturaleza siga su ciclo sin importar el sufrimiento que el curso de la vida genera o sin importar los millones de vidas que arrastre en su camino.
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Articulo realizado por: Toni Muñoz